Por suerte tampoco tengo dinero para ir al dentista, así que me ahorraré el trauma que supone repornerte tantos dientes.
Un policía que por allí pasa se me acerca, me pide la documentación, yo se la entrego empapada en la sangre que me sale de la boca, el policía la coge con sus enguantadas manos, le da un par de vueltas y me lo devuelve un poco menos ensangrentado. Me dice que esa identificación es ilegible y que me tiene que multar, para lo cual me tiene que identificar; me pregunta si tengo otra identificación, el carnet de conducir, quizás, pero no tengo carnet de conducir, y le explico que no tengo dinero para sacarme el carnet, ni dinero para comprarme un coche, ni dinero para mantenerlo. Me mira estupefacto mientras sacude sus ensangrentados guantes al aire.
Tiene usted que acompañarme a la comisaría para ser
identificado.
Lleno el coche de policía de mi propia sangre.
¿como te llamas? Me pregunta
Rafa, le digo...
Bien Rafa, aquí tienes la comida ¿te puedes incorporar? (me dice
mientras me incorpora) trocea bien el filete que si no te vas a
atragantar.
Se llama Rafa (le dice la enfermera)
¿Rafa que?
No recuerdo (le digo)
¿tienes alguna identificación?
Estaba en mi ropa
¿Donde está tu ropa?
No se
Creo que la han tirado, responde la enfermera.
Pues te tengo que multar (me dice el policía)
Identifiquese por favor.
Lo siento, no tengo carnet de conducir (le digo preveyendo su
próxima petición).
Me tiene usted que acompañar a comisaría
De eso nada, (le responde la enfermera), está aun convaleciente.
- voy a buscar un trabajo para poder tener dinero,
- y poder sacarme el carnet de conducir
- y comprarme un coche y mantenerlo
- y arreglarme la boca en un plazo de dos años.
Paso por la acera donde me rompí la boca, la suerte sigue de mi lado, allí están mis dientes, y mi identificación. La cogo, le quito la sangre reseca, y allí me veo de nuevo. Vamos primero a su colegio electoral, vota, utilmente, luego vamos al mío, y voto, utilmente también.
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