Crónica de mi marcha
por la dignidad:
14:30. Llegamos a
Atocha, voy acompañado por otras 4 personas. Ya hay bastante gente en la plaza.
La columna de Andalucía está allí ya. Veo como por la calle Atocha llega la columna Norte, otra, que creo que es
la extremeña, por la ronda de Atocha,
creo que por Santa María de la Cabeza llega una de Murcia. Y más y más gente,
sindicatos, mareas de colores, yayoflautas, afectados por las preferentes,
anticapitalistas, bomberos (todos queremos a los bomberos, muchos aplausos,
muchos vítores, muchas sonrisas tímidas, de orgullo contenido, bajo sus
cascos), no a la privatización del agua, una mujer rezando lo que parece un
padre nuestro, pero que resulta ser otra cosa, los sonidos, las pancartas, las proclamas,
las ideas, aquello está vivo, hay vida por todas partes. Me fijo en las cámaras
de televisión, debajo de la cuesta Moyano, TVE y Antena 3, están haciendo una
conexión en directo, el reportero parece decir algo. Me fijo en el tiro de la
cámara. Han escogido el lugar con menos gente, mientras, a su lado columnas de
personas avanzan por el paseo del prado. No tardan en increparlos, ¡TELEVISIÓN,
MANIPULACIÓN!.
15:30. Me como un
bocadillo, algo de fruta y unas palmeras de chocolate.
16:30. Las
columnas hace tiempo que empezaron a caminar hacia Colón, el destino final,
porque en Atocha hacía rato que no cabía nadie más. Contra todo “tipical
spanish” esta manifestación cumple horarios. Hay Sol, por la mañana llovió,
pero para la manifestación salió el Sol.
Nuestro pequeño y familiar grupo de 5, comenzamos a avanzar
con la manifestación, detrás del camión de “izquierda capitalista”. El ambiente
festivo de este grupo sindical me desagrada, yo prefiero caminar en silencio
mirando a las personas que me rodean. Nunca entenderé para que sirve andar
gritando cosas en las que todos los presentes estamos de acuerdo. Me imagino lo
impresionante que sería si todos fuéramos en silencio, tan solo mirándonos, y
me da un escalofrío.
Avanzamos más rápido para abandonar este grupo, para ello
salimos al lateral derecho del paseo del prado, y aunque también está saturado
de personas, avanza mucho más rápido. Y así llegamos
primero a Neptuno, donde recuerdo los altercados del 25 S, las carreras, los
miedos, los gritos, la adrenalina, el odio, la violencia y la sensación de que
la policía nos había traicionado. Y me doy cuenta entonces de la paz y
concordia que hay en esta marcha, y miro a mi alrededor y no veo un solo
policía, solo algún inofensivo municipal de rostro amable. La gente está
contenta, se alegra de estar toda junta. Y llegamos a Cibeles, donde el Sol da
de lleno, y todo es muy luminoso, a mi derecha un gran edificio blanco contra
el que se recortan con dignidad múltiples banderas, ninguna es la heredada del régimen,
pero todas representan al pueblo español. Esa, la heredada, la única que genera
desunión, está en lo alto del edificio. De repente la gente abuchea a lo alto
del edificio, donde hay gente asomada. No sé el por qué, hasta que alguien me
cuenta que ese edificio fue tomado por el ayuntamiento de la villa, que a su
vez ha sido tomado por una alcaldesa no electa.
Me siento animado y feliz, siento que pertenezco a algo
importante, aun así no grito ni coreo ninguna proclama, pero sonrío, me siento
bien. Y llegamos a la plaza de Colón. Lo primero que me llama la atención es lo
empequeñecida que queda la escultura de colón
por la inmensidad, e insultante presencia, del hortera edificio de la
“mutua madrileña”, auténtica violencia
arquitectónica para la que no tienen antidisturbios, solo alfombras rojas.
Vemos el escenario
sobre el teatro Fernán Gómez, lo cual me alegra mucho, me da la sensación de
que aquello es real, es serio. Y comienzan los discursos, discursos de gente de
a pie, de gente con problemas reales, personas que podrían ser nuestros
vecinos, nuestros amigos o familiares. No como los políticos habituales, los
profesionales, los que se crían, crecen y mueren dentro de sus partidos sin
haber mirado jamás con honradez a alguien del pueblo. Sus voces, las de la
gente de a pie, rebotan contra los edificios y las hacen aún más grandes.
20:30. Y terminan
los discursos, y llega un cantaor y después la Solfónica, y ya empezámos a
pensar en marcharnos, porque hace frio, es de noche y aún tenemos que volver a
Granada.
Antes de irnos decido
subir encima de la plaza, sobre el teatro Fernán Gómez, sobre el que también
está el escenario, para sacar unas fotos desde lo alto, a toda aquella hermosa
masa humana. Me acompaña mi pareja y el resto se queda abajo esperando. Estamos
arriba, veo como las luces azules de las furgonetas de los antidisturbios
comienzan a moverse lentamente, desde todos los puntos, rodeando a la masa. Un
punto de ira nace en mi interior, y como si todo estuviera conectado, suena el
primer disparo.
Al fondo, por la
calle Génova, se ven los primeros movimientos. La masa empieza a correr, botes
de humo, disparos de pelotas de goma. La ira crece en mí y en todo mí
alrededor, mientras, veo desde mi atalaya todo lo que está pasando, me veo
saltando hacia la masa, me veo cogiendo un palo que en algún momento sostuvo
una bandera, me veo llegando en frente de los antidisturbios, me veo golpeando
en la parte de atrás de las rodillas a un antidisturbios, le veo caer, le quito
el casco y con este golpeo a otro que se me abalanza en ese momento, me veo
retrocediendo, cogiendo posiciones entre mis compañeros, me dan una piedra, la
lanzo y alcanzo a uno, que queda sangrando en el suelo, y escucho a un coro
cantando, son la Solfónica, están cantando, es el “Canto a la libertad” de Labordeta, vuelvo a ver a la masa en
movimiento desde los alto de mi atalaya, me saltan las lágrimas, olvido la ira
y la violencia y siento pena, la escena es una mezcla de patetismo y épica.
Pensamos en el grupo
que dejamos abajo. Vamos a buscarlos para subirlos arriba de la plaza, un lugar
aparentemente seguro. Desde aquí vemos todo pasar, vemos como los
antidisturbios empujan a una masa enfurecida, se pierden por Recoletos, en dirección a Atocha, como si quisieran
hacer desandar lo andado.
Estamos cansados, enfurecidos y tenemos frio. Caminamos en
dirección Atocha, pues por allí dejamos el coche, pero vamos por una paralela,
para evitar escaramuzas, no es seguro ir por donde han pasado los
antidisturbios, esos que están ahí para nuestra seguridad.
Por el camino vemos a
distintos grupos ir hacia los autobuses que les llevarán a su tierra de vuelta,
vemos como pequeños grupos de criajos, con las caras tapadas y palos en las
manos, son expulsados de la masa que solo desea ir a su casa. Yo mismo pienso
que si alguno de esos se le ocurre ocultarse entre nosotros lo largo a
bofetadas. Son peligrosos, no por sus palos, sino porque recuerdo como los
antidisturbios cargan sin mirar, allá donde ven a unos de estos criajos. Esa es
su guerra, absurda, criajos contra hombres uniformados y entrenados. Aunque
siento que yo podría ser uno de esos criajos si me hubiera pillado solo un par
de años más joven, o quizás, si hubiera ido acompañado de amigos y no de
familiares.
Crónica del día 3
después de la marcha:
Se ha muerto Suárez, de hecho lleva tres días muriéndose en
los informativos. Para el que no lo sepa, Suárez es el primer ex presidente de
esta fallida democracia, y digo fallida porque el hecho de que fue peor antes
de esta, no quiere decir que no pueda ser mejor.
Dos millones de personas vivas reclamando dignidad no son
dignos de atención y de análisis. Nos han traicionado los políticos, después
las fuerzas del orden y ahora los medios de comunicación. Solo las redes
sociales y medios como “eldiario.es”, “publico.es”, “la tuerka”, y muchas otras
plataformas minoritarias, han dado una cobertura digna de periodistas. Han
mostrado todas las imágenes, incluso aquellas en las que se veía como se
apedreaba a las personas que hay debajo de los disfraces de antidisturbios.
No voy a hablar de los medios de la derecha, que ya sabemos
cómo las gastan, ni siquiera me extraña lo del diario “El País”. Pero me duele
lo de “la sexta” y lo de la “ser” (tan solo 30 segundos le han dedicado esta
mañana la Pepa a las marchas). Centrados
están estos medios en los altercados (cuando terminan sus vergonzantes
especiales sobre Suarez), en los que, por lo que dicen, solo están involucrados
1750 antidisturbios y unos 200 radicales.
Mí apoyo a las personas que están debajo del disfraz de
antidisturbios, también a ustedes os han traicionado, vuestros mandos, no sois
militares, podéis plantaros. No he visto radicales golpeando ciudadanos ni
rompiendo mobiliario durante la marcha, solo los vi enfurecidos y golpeando cosas
cuando aparecieron los disfraces de antidisturbios.
Si alguna vez me veis golpeando vuestro disfraz de antidisturbios,
no me lo tengáis en cuenta, no es nada personal, es que se me colmó la
paciencia.
Estoy ya esperando la próxima marcha, porque a pesar de toda
la miseria institucional e informativa, aquel día sentí que pertenecía a un
pueblo, el español, un pueblo con muchas banderas, muchos idiomas, muchas
formas de ser y muchísima dignidad.
4 comentarios:
A la proxima marcha tambien iras en coche?? Mas bien te cansastes de pelearte con los polis igualito que esos criajos a los que desprecias...hablas de dignidad pero demuestras que tu de eso no tienes.
Señor/a Anónimo, La verdad es que no se como iré, ya depende como me cuadre, no es algo que me importe mucho. Lo importante es ir.
Puede que el texto de lugar a confusión, así que voy a aclarar que no pegué a ningún polícia, de hecho no pegué a nadie. Es posible que me equivocase también al llamar criajos a los jóvenes que cometen actos violentos en manifestaciones pacíficas poniendo en peligro a la gente que tiene a su alrededor.
En este texto e intentando ser lo más honesto posible con todo lo que viví aquel día. Para mi la honestidad es el último bastión de la dignidad. Y por esa honestidad hablo en este texto de sentimientos violentos y de ira.
Que conste que esto que aquí escribo es mi visión, sesgada por mis limitaciones sensoriales, de unos hechos con multiples puntos de vista y escenarios.
Siento haberte molestado, si tienes algo que aportar a esto que yo viví, te invito a escribir tu propia crónica, o a responder en este pequeño y limitado foro.
Buenas, lo del coche lo comento por que en el texto da la impresión (o yo lo entendi así)de que eras uno de los caminantes que llegaron con lógico cansancio a Madrid, por eso me sorprendió que el coche lo tuvieras cerca de Atocha.
Respecto a los "criajos", personalmente me parece que el apelativo rebaja la gravedad real de los actos de estas personas ya que no creo que sean simplemente crios jugando a ser revolucionarios.
Pienso que la forma en la que has expresado esos sentimientos de ira y violencia por la mera presencia de la policía, en parte valida los actos de los "criajos" lo cual va en contra del espiritu de esta y de la gran mayoria(por no decir todas) de las manifestaciones que han venido y las que estan por venir.
Por supuesto que al igual que el tuyo, mi comentario también es totalmente personal pero con la intención de hacer honor a esa dignidad que creo que todos, de una forma u otra, perseguimos.
Un saludo
hola, muchas gracias por contestar, el diálogo es mucho mejor camino que la violencia, sin duda.
Tienes razón en que la mera presencia de la policía no debería ser motivo ni excusa para que se provoquen sentimientos violentos que pueden terminar por ser actos violentos. Pero empieza a ser una realidad que esto es así, yo me pongo como caso de tal hecho, y conozco mucha más gente a la que le ocurre lo mismo. (aunque de momento son solo sentimientos violentos).
En las revoluciones (pues considero que nos empujan a la revolución) cada cual a de tomar un papel, y son muchos los que al no encontrar mejor manera, toman la violencia como camino más rápido. La violencia es inherente al ser humano, y siempre está ahí, oculta, esperando que alguien apriete el botón. Y últimamente andan apretando todos los botones a la vez.
Sigo pensando que los violentos son, en su mayoría, gente joven, gente con mucha prisa que no conoce mejor manera de cambiar las cosas.
Me dolieron las imágenes de aquel policía tirado en el suelo siendo pateado y apedreado, casí tanto como cuando he visto a policías ensañarse con ciudadanos a porrazos o pelotazos. Y a los que desde su butaca aplauden estos actos y piden más, les diría que si quieren golpear y matar policías o ciudadanos, que sean ellos mismos los que lancen la piedra, den un porrazo o disparen pelotas de goma, y que tras ver tirado en el suelo al conciudadano abatido, se acerquen y lo miren a los ojos, y que despues se miren al espejo, y por supuesto, que acepten las consecuencias.
Y lo dejo que me emociono...
Un saludo
Rafa
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